viernes, 20 de mayo de 2016

Innovación versus inercia

Puesto Técnico;

Supongamos que el gráfico propuesto representa un esquema “ideal” de distribución de funciones. Supongamos que la realidad supera ampliamente a la ficción y el esquema real se distorsione sensiblemente respecto al ideal.
 










Se disparan entonces demasiadas cuestiones:

Si se produce tal distorsión en uno de los niveles jerárquicos; ¿cómo afecta a los demás? ¿en sentido ascendente o también descendente conforme al gráfico?

¿Cómo puede recomponerse el esquema?

¿Qué peso tiene cada función sobre las demás, hasta que punto incrementar unas respecto de otras va a equilibrar el conjunto?

Si la distribución de funciones es tan distinta de la ideal en nivel jerárquico tan bajo en la escala de toma de decisiones, ¿qué pasa en el insondable y secreto mundo de la “alta dirección política”? Y para qué hablar de la “baja dirección política”, la cotidiana, la más frecuente.

Así de entrada parece que el nuevo organigrama no jerárquico es una utopía, puesto que la realidad se separa tanto que alcanzar el modelo se antoja misión imposible a corto plazo. 
Y los adversarios son demasiados; si según la Ley de Parkinson  un cargo público quiere multiplicar sus subordinados, no sus rivales, hay que añadir que no quiere tampoco que nadie asome la cabeza; es decir, sobresalga. Sobresalir significa destacar. Por eficiencia, por flexibilidad, por responsabilidad, por profesionalidad…es lo mismo; destacar. Es decir, los valores tan aplaudidos de objetivos de desempeño personal.

La  visión empresarial de rodearse de los mejores no existe en la administración pública por mucho que se diga lo contrario; queda muy bien afirmarlo pero es mero postureo. 
La verdad, reconozcámoslo, es que rodearse de los mejores es visto como una amenaza por los cuadros de mando jerárquicos  politizados, en el esquema DAFO al que la administración se ha adherido en sus primeros pasos de modernización. 
Y todo lo demás viene derivado de este punto de partida; para evitar que alguien sobresalga existe el mejor instrumento: el control.
Control contra iniciativa, contra toma de decisiones autónoma, contra flexibilidad…hasta  contra libertad de opinión, contra libertad de expresión.

¿Qué pasó con la innovación llegados a este punto?


Pues llegados aquí y descartado el amotinamiento, aparte de la resistencia pasiva, queda vivir la vida laboral con algo más de intensidad y convertirse en un clandestino resistente activo, sin mucho futuro en general pero intentando al  menos que la jornada laboral no se convierta en el desperdicio de tiempo más importante de la vida. 
A lo mejor algo sale fuera del ámbito de control y se contagia a ...

Siempre nos quedará la innovación interna, personal, y la externa entre los nuestros. 

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